“TODO LO QUE ES MECÁNICO Y MÁS O MENOS ELECTRÓNICO, PASÓ A SER ROBÓTICO”

Entrevista a Miguel Grassi - Por Micaela Paz

Septiembre 2016

M.P.: ¿Que diferencia existe entre copia, plagio e interpretación?

M.G.: Yo le doy mucho valor a la idea y, por ende, a la originalidad y a la creatividad puesta en el desarrollo de esa idea. Entonces, sin entrar en la distinción fina, ya el hecho de que algo sea una copia no me gusta mucho. Cuando es interpretación u homenaje puede ser válido, pero sólo si hay algo que lo diferencie realmente como traducción a otro lenguaje. Es decir, si reinterpreto algo que está en un lenguaje visual (escultura, pintura o el que se nos ocurra) en otro lenguaje completamente distinto puedo considerarlo otra obra. Ahora, si lo voy a hacer en el mismo lenguaje, por ejemplo, tomo una obra de Campbell y la hago igual, con leds, no se si es plagio -porque plagio ya es una definición legal que desconozco exactamente qué implica- pero… no le daría demasiado valor. Me parece que a lo sumo si va a basarse en una idea ya existente, por lo menos que haya un cambio de lenguaje y/o una vuelta de tuerca adicional.

M.P.: ¿Cuál es el límite entre mantener el estilo propio (identidad del artista) y copiarse de uno mismo?

M.G.: En general, uno trabaja por etapas o períodos por llamarlo de alguna manera. Como estas cosas llevan bastante dedicación y mucho trabajo lograr que funcionen y que respondan como uno quiere, está bueno poder capitalizar todo eso que uno aprendió y que fue descubriendo en el proceso de investigación, en más de una obra. Uno le encuentra a veces varias puntas a una investigación. Por ejemplo, antes hice otro trabajo con servos que me disparó éste (señala un objeto que tiene cerca) y podría seguir ocurriendo y que suceda eso está bueno pero no, in aeternum.

Digamos que trabajás con una cosa y la agotás. Igualmente, dónde exactamente se agota es una cuestión muy personal…, uno trabaja hasta que agota, o cree haber agotado, lo que puede hacer con eso.

A mí, particularmente, me pasa que yo me mismo me aburro, me canso de trabajar con algo y paso a trabajar con otra cosa. Pero, juzgando actitudes de los demás, me parece que si son períodos está bien. Puede suceder que, después de ese período, uno empieza con una cosa que por ahí es similar al trabajo previo y por ahí es completamente distinta; creo que eso está muy bueno.

Si uno se pasa toda la vida haciendo exactamente lo mismo, versiones y reversiones de lo mismo y lo mismo –a alguno le puede ir bien, mira Koons- pero en general, no sé… yo me aburro. De un año trabajando con una cosa pueden salir dos o tres proyectos que están relacionados, pero a veces uno encuentra una herramienta que es útil y la repite mucho, o un concepto que está bueno y lo agota pero no más de ahí.

M.P.: ¿Quiénes son tus referentes para producir obra (pueden o no ser del campo del arte) o de quién te copias para producir obra?

M.G.: Trato de no copiar a nadie, por supuesto, como todo el mundo. Referentes no quisiera nombrar a uno en particular; por ahí me entusiasmo cuando aparece un recurso nuevo que uno conoce a través de otro artista. Pero me entusiasmo, más que con personas o con trabajos, con conceptos o con ideas. Otras a veces, descarto ciertos ideas sin investigarlas demasiado porque están siendo utilizadas por otros. Por ejemplo el bio-arte, a lo mejor en algún momento sería interesante para trabajar, pero uno dice: hay mucha gente que lo está haciendo, ya está agotado. Después, ves que hay algunos artistas que le encuentran una vuelta que si uno se hubiera puesto tal vez la hubiera encontrado también. A mi me pasa por la negativa, es decir, por esto de no ir por un camino que está siendo trillado por esas olas como de moda. Algunas modas vienen sustentadas por el hecho de que aparecen recursos tecnológicos que antes no había y entonces vamos todos por ahí y vemos qué podemos encontrar; otras son, simplemente, modas. Por ejemplo, todo lo que es realidad virtual, realidad aumentada y esas cosas, habían pasado de moda y de repente una serie de recursos tecnológicos asociados presentan un camino distinto (los portátiles varios para realidad aumentada, las máscaras que permiten con los portátiles hacer inmersión total más fácil, etc, etc) y resurgen los temas. Está bueno también tomar eso, uno no tiene por qué cerrarse. Pero asi son las modas, a algunas uno se sube y otras las deja pasar.

M.P.: ¿Cuáles serían los estereotipos y clichés de las artes que utilizan tecnología?

M.G.: Clichés no sé si hay tantos pero hay algunas cosas que me suelen molestar un poco como cuando se utiliza terminología fuertemente definida de otras disciplinas que son duras y estrictas, y el arte se apropia de esos vocablos, de esas palabras, de esas denominaciones y las utiliza sin la rigurosidad original que había en la disciplina que la generó. Un ejemplo: el arte robótico. Es imposible hablar de arte robótico sin definir primero qué es un robot; y qué es un robot no lo define el artista, un robot debería estar definido desde la disciplina de donde uno toma el concepto. Entonces, a veces cuando uno ve eufemismos o algunas denominaciones paralelas que refieren de alguna manera como “robotizado”, ¿qué significa un dispositivo robotizado? Es robótico o no es robótico. Y como eso hay varias apropiaciones de otras ciencias que al no ser riguroso y viniendo de una ciencia que sí lo es, me molesta un poco. Creo que se construyen varios clichés alrededor de eso porque después resulta que todo lo que es mecánico y más o menos electrónico, pasó a ser robótico. Y eso no es así, quizá la palabra mecatrónico se podía llegar a aplicar o no, depende de cómo haya sido pensado, depende de cuál sea la concepción, etc, etc. Pero sucede mucho eso, que viene la onda de que todo sea robótico, y todo lo que era mecánico, pasa a ser robótico o robotizado. Eso son los clichés que ya andan dando vueltas y que habría que rever. En el caso de que llegue a aparecer un cuerpo teórico, esas cosas habría que reverlas, entonces habría una referencia común.

M.P.: ¿Considerás que existe un nombre para definir todos los tipos de arte que utilizan tecnología? ¿Cuál? (arte electrónico, arte tecnológico, nuevos medios, arte digital, etc)

M.G.: Y no, esa es la gran pregunta, obviamente no tengo la respuesta a esa pregunta. Uso alternativamente uno u otro según el interlocutor y nunca se termina de explicar… a mi mamá nunca le pude explicar lo que hacía. Es muy difícil porque “nuevos medios” refiere más a la cosa visual -por ahí es la idea que a mí me sugiere- más que ver con el video y ese tipo de cosas. “Artes electrónicas” está bueno, creo en definitiva es el que más se ajusta a aquel que trabaja con nuevas tecnologías que son electrónicas. Por lo general esto es cierto, ahora el que hace, no sé, video con celulares, llamarle “arte electrónico” mucho no le va y por ahí “nuevos medios” sí, entonces no hay fronteras muy definidas entre esos términos y no hay una palabra común. Es decir, si hay una convocatoria y uno ve cualquiera de esas palabras, ahí tratamos de meter obra. No sé si está bien o no pero no hay un consenso y a la pregunta de ustedes obviamente no tengo la respuesta.

Claramente cae en la definición de arte contemporáneo general este problema. Pareciera haber una necesidad de diferenciar éstas obras de aquellas otras y contemporáneas son obviamente todas. No sé… Porque contemporáneo refiere a una situación temporal. Son artes visuales también… porque lo contemporáneo o no contemporáneo o clásico refiere a una cuestión temporal si querés, mientras que con qué se trabaja y de qué modo se presenta el resultado, etc., etc., suele tener asociación con la técnica utilizada; cae dentro de las artes visuales. Entonces.. ¿el arte sonoro es arte electrónico o no? Gran pregunta…

M.P.: ¿Qué significa hacer arte con ciencia o tecnología sin tener una formación específica en una de esas disciplinas?

M.G.: Yo ahí siempre digo lo mismo, tengo una posición tomada con eso y para mí. ¿Por qué hago esto en definitiva? Para mí lo que hace falta, la “misión” del artista cualquiera sea, es hacer una crítica social. Básicamente observar lo que pasa alrededor de él y actuar en contra de aquello que le parece que está mal, es decir, hacer una crítica social permanente, y digo social en el sentido más general. El artista siempre va de adelantado y tiene que hacer que la otra gente a través de su arte, tome consciencia de determinada cosa, por ejemplo. Esa es una de las “misiones” del artista. En ese contexto, lo que uno debería criticar, lo que a mí me interesa criticar, es precisamente la tecnología. Hacer razonar a la gente sobre un montón de cosas que no son evidentes de la tecnología. Porque la tecnología va de la mano de los negocios, y los negocios de las grandes empresas sobre todo, tienen un mensaje que antepone la tecnología como una cosa necesaria y un camino de crecimiento quel hay que mantener permanentemente, etc., etc., que no sé si es tan así. Yo personalmente pienso que no es así, no hay que ir avanzando permanentemente porque sí, si uno no sabe a dónde va. Entonces, para criticar la tecnología es muy potente hacerlo desde la misma tecnología. Cuando uno lo hace desde afuera, no está bien claro si uno no entiende, si uno no se pudo subir al carro a tiempo y, por eso, lo critica desde afuera, si es que uno es retrógrado, si uno no conoce de lo que está hablando, etc., etc. Cuando uno hace una crítica de la tecnología desde adentro de la tecnología y utilizándola, el mensaje es mucho más fuerte y se ponen mucho más en evidencia otras cosas. Es por eso que a mí me interesa hacerlo desde la tecnología. También eso me lleva a razonar muchas veces sobre los patrocinadores de muchos de los proyectos –porque esto cuesta plata y para poder trabajar y hacer las cosas hay que conseguir patrocinios que te permitan llevar un proyecto más o menos complejo adelante- que suelen ser o tener relación con las empresas de tecnología a las cuales es necesario criticar. Entonces, hay que tener cuidado con esa parte porque uno tiene que ser más o menos coherente para que no te condicionen o no auto-condicionarse. Hay organizaciones que realmente permiten trabajar a los artistas, los patrocinan y después los artistas hacen su obra como quieren y nadie les dice nada sobre eso. Pero, a veces, el artista se auto censura, se auto impone un cierto control y piensa que si una empresa de tal rubro está sosteniendo su proyecto, podría morigerar sus críticas y no debería. Hay que tener cuidado con eso y, de última, no aceptar ese sponsoreo o buscar otro. Pero bueno, creo que la cosa pasa por ahí, por poder usar la tecnología para darle una fuerza al mensaje que de otra manera no tendría.

M.P.: ¿Creés que existe una disciplina propia de las artes que utilizan tecnología?

M.G.: En la práctica sí, eso sucede, esta disciplina que no sabemos cómo llamarla –las “artes electrónicas” – tiene peculiaridades que la convierten en una disciplina. No sé exactamente a qué apunta bien la pregunta, pero en general hay un conjunto de necesidades más o menos comunes a todos los proyectos que están enmarcados en esa disciplina y hay como un paquete de soluciones que se suelen aplicar para toda esa problemática. Y eso es -más o menos rigurosamente, pero lo es- un conjunto que se puede mencionar como una disciplina. Si somos mucho más rigurosos en la definición, por supuesto no. Pero sí, yo creo que esa conjunción de un grupo de necesidades comunes y un paquete de soluciones para esas necesidades, en definitiva, hace que haya gente estudiando determinado tipo de recursos, literatura dirigida específicamente a ese grupo de gente, lugares donde se expone o donde se arman muestras y demás, que están exclusivamente dedicados a este tipo de proyectos. En definitiva, eso conforma una disciplina de facto. Después, hará falta todo el arsenal teórico para sustentarlo como disciplina, que por ahí está en formación todavía. Porque no hay mucha literatura que conforme un cuerpo que uno diga “este es el cuerpo teórico de las artes electrónicas”.

M.P.: ¿De qué modo pensás que debería usar la tecnología un artista? (Ayuda: herramienta, en sí, etc)

M.G.: Y… del modo que le resulte más cómodo. O sea, a mí me resulta más cómodo trabajar los proyectos como si fueran proyectos de ingeniería; pero por aquello de que aquel que tiene un martillo ve todo problema como clavo. Es decir, yo tengo una formación que me condiciona de alguna forma y planteo los proyectos desde ahí. Cada proyecto mío tiene un plano, unas medidas precisas, un proceso de desarrollo estudiado, un maquinado y una secuencia de pasos, etc., etc., porque es mi modalidad de trabajo. Pero no sé si todos los artistas tienen que trabajar de la misma manera, yo sí sé que de esta manera se logran unos resultados que en ciertos aspectos me conforman, no sé si son mejores o peores pero a mí me conforman. No hay cosa que me moleste más que que un proyecto mío falle, no se comporte como yo esperaba que se comporte. O que lo montamos y funcione de una manera, y a la semana por desgaste, por una imprevisión o por algún problema técnico no funcione igual. Para mí eso es que falle. Hay como criterio decir “no, pero esta es la evolución de la obra, etc., etc.”; a mi, ese criterio no me gusta. A mí me gusta que si se pensó así y se propuso así, eso funcione así desde el primer día hasta el último. Si va a haber una evolución tiene que haber estado como parte del planteo original. Lo otro me parece más desprolijo y a veces oculta una cierta vagancia de parte del que montó el proyecto. Lo mismo me pasa con la estética; me pasa con la estética trash, me pasa con la estética que deja todo a la vista y nunca se sabe si lo deja todo a la vista por una decisión estética o porque es más fácil o porque es más barato o más simple. Yo prefiero la estética más cuidada, prefiero que lo que se ve, se vea porque el artista quiso que se viera y lo que no se debe ver no se vea. Digamos que no me gusta tanto que se vean las costuras.

M.P.: ¿Qué marco, como modo de entender el mundo, proponen las artes que utilizan tecnología?

M.G.: En primer lugar seguramente no existe una cosa así, no existe un marco en común que todo el mundo esté planteando. Creo que cada uno que trabaja en esto lo hace con su propia propuesta y no existe uno “en común” pero bueno…La misma razón que hablábamos antes: si bien de facto conforma una disciplina, esa disciplina no es rigurosa -ni mucho menos- así que no hay un marco. Creo, sí , que cada uno debería saber cuál es el propio; en el caso mío pasa por esta crítica a la tecnología, a estar atento a un montón de cosas que pasan desde el punto de vista de la tecnología … desde la invasión de la privacidad hasta la tecnología per se, hasta el abuso… bueno un montón de cuestiones que no existirían si no existiera la tecnología, muchas son buenas, otras tantas son malas; en general la “maldad” no está en la tecnología sino en el propósito del que la genera, la maldad intrínseca de las grandes corporaciones todo el mundo la conoce y de eso es de lo que hay que cuidarse. Si son corporaciones de tecnología habrá que cuidarse de eso, si fueran corporaciones de química habrá que cuidarse de lo que uno bebe; pero en definitiva lo peligroso no es el medio sino el fin y quién está detrás de ese fin. Entonces, dentro de ese marco me gusta trabajar a mí, habrá otros que lo hacen desde otra motivación, pero definitivamente no creo que exista un marco común.

MIGUEL GRASSI es docente de Mecatrónica, Robótica y materias relacionadas, en la Licenciatura en Artes Electrónicas de UNTREF, en la Maestría en Estética de las Artes Electrónicas de la misma Universidad, y en el posgrado de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Es investigador del Laboratorio de Arte Electrónico e Inteligencia Artificial de la UNTREF y del Centro de Investigación en Diseño Industrial (CIDI) de la UBA.

Es Licenciado en Sistemas, realizó su posgrado en Biodiseño y Mecatrónica en la Universidad de Buenos Aires y está culminando su Doctorado en Diseño en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de esa Universidad.

Desarrolla obra en el campo de las artes electrónicas desde 2004 y sus trabajos han recibidos premios y/o sido montados en numerosos centros de exhibición y museos en diferentes ciudades de Argentina, Latinoamérica, Asia y Europa.

Micaela Paz

MICAELA FLAVIA PAZ es estudiante avanzada de la Licenciatura en Artes Electrónicas con orientación en Imagen – UNTREF y, desde el año 2015 se desempeña como Tutora Adjunta de la carrera. Previamente, se formó como Técnica en Producción y Creatividad Radiofónica en ETER y en danza con Vanesa Menalli. Forma parte del grupo de experimentación Hebras Danza y desde el año 2012 integra el proyecto cultural Danzar Mundos, Opúsculo sobre arte, cuerpo y poéticas cotidianas. Se interesa por la investigación y el desarrollo de proyectos relacionados al cuerpo, la danza y los dispositivos de imagen vinculados a las nuevas tecnologías. Su experiencia laboral está centrada en las áreas de comunicación y diseño.